sábado, 23 de febrero de 2013

Un soneto de Raúl Garduño (1945-1980). Este poeta chiapaneco también murió muy joven, como Daniel Robles Sasso, como Joaquín Vásquez Aguilar. La poesía de Raúl, como la de Daniel y la de Joaquín, merece mayor difusión. Sin más preámbulos, vaya el soneto:

Yo fuí de luto hasta tus manos solas,
llamé a mi muerte pan de tu silencio,
entretejí el dolor de aquel...
las horas
con las palmas heridas de tu vino.

Los días son los pasos de un verano
que se sepulta en balde sin tus ramas.
Yo no sé lo que digo, yo no veo,
yo soy el ataúd y tú el abismo.

Que nos entierren con el lino altivo,
que nos olviden en la lumbre inútil,
que tomen nuestra sombra entre las frutas

llagadas altas hasta la semilla.
Estaremos pensando en algún río
que nos devuelva todo el mar perdido.

Raúl Garduño, soneto V de "Estancias junto a Fidalma".

¡Ah, qué poetas chiapanecos tan obsesionados con la muerte!

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