martes, 19 de marzo de 2013

JAIME SABINES: BOCA MOJADA EN LÁGRIMAS

Por José Falconi

(El 19 de marzo de 1999 murió Jaime Sabines. Vayan estas palabras en modesto homenaje a su gran poesía).

 

Hay poetas que a través de su obra pretenden cumplir con la petición de César Vallejo: Hacedores de imágenes, devolved las palabras a los hombres. Jaime Sabines fue un poeta que nos devolvió las palabras de siempre hechas poesía. Esas comunes y corrientes monedas con que intercambiamos sueños, ideas, dolores, angustias y diarios placeres, Sabines las convirtió en doblones de oro macizo.

            Para Sabines no hubo límites entre vida y poesía, sino su más íntima relación. Como en un buen cocido chiapaneco, en que se mezclan carnes y granos con todo tipo de verduras y tubérculos, el poeta nombró las cosas diarias, triviales, insignificantes, asociadas con los más ortodoxos objetos poéticos:

Un ropero, un espejo, una silla, ninguna estrella, mi cuarto, una ventana,

la noche como siempre, y yo sin hambre,

con un chicle y un sueño, una esperanza.

            Aquí, las más poéticas evocaciones (la noche, el sueño, la esperanza) sin provocar un corto circuito se ayuntan con el chicle, en un enlistado que le da a tan humilde y prosaica palabra otra dimensión expresiva. Bajo el cielo vulgar de cualquier día, Sabines nos descubre la verdadera realidad de las cosas. Esa realidad que vemos siempre con mirada desatenta (acotación: para cantar el mundo primero debemos saber verlo) y que espera unos versos que la cubran de belleza:

La muchacha de enfrente

se levantó temprano.

¡Qué bonito su feo

rostro morado!

            Sabines nos legó una poesía “increíblemente clara y directa donde todo está a la vista, todo en un solo plano aparente. La principal característica de esta obra es su inmediatez, su absoluta carencia de toda ocultación, su ser para nosotros”; nos dice Jomi García Ascot en artículo publicado en marzo de 1966 en Revista de la UNAM. Resulta entonces que para leer a Sabines no es necesario tener lecturas de otros poetas, ni anteriores ni contemporáneos. Podemos encontrar en sus versos (y en su prosa) ecos de Neruda y de los poetas españoles de la generación del 27 (privilegiadamente de Lorca), de Vallejo y Tagore, de la Biblia y la canción popular mexicana, pero tan digeridos, amalgamados y transformados en savia de la sabia poesía de Sabines, que carece de importancia precisar estas influencias.

            El poeta Sabines sólo buscó expresar al hombre original, a ese primer hombre aún tan cerca del barro primigenio que quiere decantarse por obra y gracia de la palabra. No es entonces extraño que en uno de sus más bellos y extensos poemas, Adán y Eva, la palabra poética de Sabines se haya fijado en el hombre y la mujer que habitaron por primera vez en la tierra, en comunión con la naturaleza, aunque ya presentían su separación de ella como algo consubstancial a la condición humana:

Creo que estamos perdiendo algo. Nos estamos apartando del viento. Entre todos los de la tierra vamos a ser extraños. Recuerdo la primera piel que me echaste encima: me quitaste mi piel, la hiciste inútil.

            Sabines nos dijo con claridad poética: el verdadero pecado original ha sido considerarnos seres aparte de la naturaleza.

            Asoma otra intención en la poesía de Sabines; la de hablarnos de todas las cosas que nos rodean. Quiso decirlo todo a todos. Contarnos de la muerte y del amor, de Dios y la tristeza, del dolor y del tiempo, de la alegría de bailar un danzón o fumar un cigarrillo, y todo en versos sin retórica, en odas elementales como el agua y el pan, por eso le imploró a la poesía:

Ayúdame a ser solo,

y a ser sólo moneda que en bolsillo

de pobres socorra el agua fresca,

el pan bendito.

            El pan nuestro de cada día/ dánoslo hoy, reza el Padre Nuestro, y los versos anteriores (de Sabines) tienen la misma tesitura. El poeta aspiraba a ser moneda en bolsillo de pobres, evidenciando así la predilección que siempre tuvo por hablar de los desamparados. Lo hizo con voz poética gemela del grito y del llanto, con la boca mojada en lágrimas, sumido en el dolor como en un callejón sin salida, sitiado por un absurdo sufrimiento inexplicable (lo que lo emparenta con el Gran Cholo, César Vallejo) pero que, sin embargo, puede ser vía de humanización en este mundo en que todos somos hermanos, aunque la lucha por la vida nos haga a todos fratricidas.

            Pero el poeta de los objetos y de los hechos cotidianos, es también el poeta de la hora interminable, de la eternidad que dura un abrir y cerrar de ojos. La eternidad que tiene el brillo momentáneo de una estrella fugaz, está ante nosotros y cabe en un segundo.

El día y la noche, no el lunes ni el martes, ni agosto ni septiembre; el día y la noche son la única medida de nuestra duración.

            Sabines, poeta del cuerpo –y del amor que se realiza en el ayuntamiento de los cuerpos, y de la muerte en que los cuerpos se degradan, como tan duramente sucede en Algo sobre la muerte del mayor Sabines, obra maestra de nuestra poesía—, poeta de la eternidad que dura un instante, poeta que cree pero no cree en Dios. Jaime Sabines realizó su periplo poético en un mundo familiar a todos nosotros, en un mundo ya inventariado por la costumbre, pero que el poeta supo ensanchar con su poderosa palabra. En su magnífica poesía Sabines fue fiel a la aseveración de Rubén Darío: Ser sincero es ser potente.

            Y ya se sabe: siempre es bueno oír a Darío…

sábado, 9 de marzo de 2013


José Falconi

Rosario castellanos ...

(A todas mis amigas, con mucho cariño, en este Día Internacional de la Mujer)

“Escribo porque yo, un día, adolescente, me incliné ante un espejo y no había nadie. ¿Se da cuenta? El vacío. Y junto a mí los otros chorreaban importancia”. Nos dice y se dice a sí misma Rosario Castellanos en “Entrevista de prensa”, un muy citado y revelador poema en que Rosario Castellanos afirma su derecho a dar su versión del mundo desde su condición femenina y desde la soledad que, en este orden de cosas que hemos construido, pareciera consubstancial a la mujer: “Mi experiencia más remota radicó en la soledad individual; muy pronto descubrí que en la misma condición se encontraban todas las mujeres a las que conocía: solas solteras, solas casadas, solas madres (…) Solas, soportando unas costumbres muy rígidas que condenaban el amor y la entrega como un pecado sin redención”. El derecho de una mujer a dar su versión del mundo pareciera ser de una obviedad pasmosa y de absoluta naturalidad pero, sin embargo, no es así. Por lo menos no lo era en el México y en los tiempos en que Rosario Castellanos daba inicio a su labor intelectual. ¿Y en los tiempos que corren? Para vergüenza nuestra, tampoco, o cuando menos no con la naturalidad con que debiera serlo.
Por virtud de su cultura universal y su lúcida inteligencia –nos informa la investigadora Margarita Tapia en su ensayo intitulado “Rosario Castellanos: ser por la palabra”-, la escritora observó que la desigualdad de las mujeres “se sustentaba no en la naturaleza, no en la biología sino en la larga tradición cultural de sometimiento. En la resistencia a permitir la entrada de las mujeres a las universidades y centros de enseñanza superior; a la dosificación de la educación e información femenina, de tal manera que ésta no representara una amenaza para la estructura patriarcal”.
“Al hacer invisible el trabajo de las mujeres, al minimizar sus ideas y participación social, política, científica y económica, de forma tal que no representara correr ningún riesgo –así lo consigna la autora en el ensayo “Mujer que sabe latín”- la mujer ha sido más que un fenómeno de la naturaleza, más que un componente de la sociedad, más que una criatura humana, un mito”.
Abro aquí un paréntesis para confesar ante la memoria de la gran escritora y ante las mujeres “de mi raza y de mi patria”, como diría Amado Nervo, que los hombres estamos locos, y que el síntoma más grave de nuestra locura es que no creemos en la existencia de la mujer. Creemos en la existencia del hombre en sí; pero no en la existencia de la mujer en sí misma. Siempre la ligamos a otra cosa: la aureola social que la rodea; la debilidad femenina que debemos proteger; la ingenuidad de niña en un cuerpo de mujer; la sensualidad abrasadora que nos exalta, o inclusive la fuerza de carácter y la inteligencia que nos sorprende.
Mujeres-revolución, mujeres-pasión, mujeres-niñas, mujeres-dominantes o mujeres-esclavas; pero siempre mujeres convertidas, por la locura masculina, en símbolos, en mitos, en principios que nos alucinan y nos impiden alcanzar a la mujer persona. La mitología masculina las ha obligado a ser flacas o gordas, morenas o rubias, débiles o fuertes, lujuriosas o tímidas, lánguidas o ardientes.
La doble moral, los misticismos, las pasiones a las que pretendemos encadenarlas han dañado las relaciones hombre-mujer; es decir, todo el entramado social. Pero las mujeres ya no quieren jugar este juego perverso: no quieren ser, antes que nada, madres, lolitas, amantes. Quieren ser individuos y lo van a revolucionar todo, y más decididamente al darse cuenta que los hombres no somos sinceros cuando nos manifestamos a favor del cambio. La mayoría de los hombres de hoy seguimos amando con ideas del siglo doce. Soñamos con un amor “tan apasionado”, que en él las dos personas involucradas no sean sino una. “Dos ríos en un cauce”, como dice la canción.Las mujeres no sólo han dejado de creer en este sueño; tampoco quieren que sea posible. Porque, desde luego, la personalidad que se anula en esta simbiosis, es la femenina; este supuesto “sueño de amor” ha sido el pretexto para, chantajeándolas sentimentalmente, volverlas ornamento, enviarlas “al infierno del no ser”.
“Pero no hay por qué desesperar” –nos dice Rosario Castellanos-. Cada día una mujer –o muchas mujeres- (¿quién puede saberlo puesto que lo que ocurre, ocurre en el anonimato, en la falta de ostentación, en la modestia?) gana una batalla para la adquisición y conservación de su personalidad. “Una batalla que, para ser ganada, requiere no sólo lucidez de la inteligencia, determinación en el carácter, temple moral, que son palabras mayores, sino también otros expedientes como la astucia y, sobre todo, la constancia”.
Lucidez de la inteligencia, determinación de carácter, temple moral y aun astucia y constancia son virtudes que Rosario Castellanos poseyó –virtudes que hay que amalgamar y poner en juego para transitar de cosa a persona- y que la hicieron fecunda, creativa, poderosa, enriquecedora. Diría que Rosario Castellanos –y esto nos queda claro al revisar los volúmenes de “Mujer de palabras, artículos rescatados de Rosario Castellanos”, compilación, introducción y notas de Andrea Reyes, editado por Conaculta en la colección “Lecturas mexicanas”- adelantó la friolera de más o menos 30 años, nuestra agenda política democrática: impulsar lo que hoy llamamos políticas de identidad (mujeres, grupos étnicos, respeto a las diferencias, etcétera); fomentar la solidaridad social, la defensa del Estado laico, el ambientalismo, la equidad económica, la instrucción pública y otros temas.
Pero el fragmento que al principio citamos de “Entrevista de prensa” –“Escribo porque yo, un día, adolescente, me incliné ante un espejo y no había nadie. ¿Se da cuenta? El vacío…”- también nos habla del poder intrínseco del lenguaje creativo para fundar el ser y para establecer vínculos con los otros y con lo otro: los hombres, la historia, la naturaleza misma… Aquí estamos ya en los dominios de la poesía: de la fundación del ser por la palabra y en la palabra, como dijo el filósofo, y Rosario Castellanos creyó y practicó, pues ella entendió la poesía no como monólogo en que la persona se cierra sobre sí misma, sino como diálogo esencial y constitutivo en que se abre a los otros para juntos indagar en los misterios de la condición humana, en las potencias de la naturaleza y en las más variadas posibilidades de contemplar el mundo, de “leer la realidad”. Es decir, una poesía que dialoga sobre el amor y el desamor, la soledad y la muerte, los convencionalismos sociales que nos enajenan y disminuyen (aquí lo hace con desencanto e ironía). Una obra poética ejemplar, elegante y de gran precisión retórica y rítmica que dio piezas maestras como “Lamentación de Dido”, “Memorial de Tlatelolco”, “Ajedrez”, “Recordatorio”, “De la vigilia estéril”.
Paréntesis

 

miércoles, 6 de marzo de 2013

DIBUTADE Y LAS ARTES PLÁSTICAS
Por José Falconi

 (Este texto es para todas mis amigas y para mis cuatachos dedicados a las artes plásticas):

Según los griegos helénicos, que tanto querían saber, una mujer -Dibutade, hija de un alfarero de Sicione- inventó la pintura. Esta mujer trazó sobre la pared la silueta de su amante que partía a la guerra. La pintura es así hija de la pasión y la nostalgia. Alguien
dirá -y no le faltará razón- que el origen de la pintura y de todas las artes gráficas, incluyendo la fotografía y el cine, está en los antepasados lejanos que trazaron en las paredes de las grutas de Altamira y de Montignac esas figuras de animales de tan sorprendente dinamismo y precisión técnica. Así tenemos que las artes plásticas y gráficas son síntesis virtuosa de pasión, nostalgia y técnica.
Más allá del goce estético, del placer inmediato que no se reflexiona, pues sería tanto como pararse a meditar por qué nos gusta el mole, ¿qué nos enseñan los artistas plásticos y gráficos? Nos enseñan que la realidad puede verse con 200 ojos instalados como parte del "equipo perceptual" de una misma persona. Y recordemos que Shakespeare decía que los ojos son los locos del corazón.
¿La pintura es el arte de hablar a los ojos solamente? No, desde que una mujer enamorada -Dibutade- le dio su dimensión emocional; es el arte de encantar al corazón y de conmover al espíritu a través del más inteligente de los sentidos: el sentido de la vista. En la pintura, implementos humildes pueden provocar un milagro: una simple hoja blanca, un poco de tinta y de pronto tenemos una paloma pronta a volar.
Carlos Marx tenía razón: "El arte es la más alta alegría que el hombre se da a sí mismo".

Miércoles, Marzo 06, 2013


Las calles de Jesus Bartolo, poeta

José Falconi
 

Jesus Bartolo, poeta guerrerense

EN MI CHIAPAS NATAL HAY UN PUEBLO SOSEGADO QUE AL CAER LA TARDE SE LLENA DE MURMULLOS: CHIAPA DE CORZO. TAL PARECIERA QUE EL SILENCIO VESPERTINO SE POBLARA DE BORROSAS MEMORIAS QUE CRUZAN FANTASMALES POR SUS CALLES Y HACEN SONAR AIRES ANTIGUOS Y TERMINAN POR GEMIRLE AL PARÉNTESIS DE PLATA: LA CRECIENTE (O MENGUANTE) LUNA. ¿QUÉ MILAGRO POÉTICO AHÍ SUCEDE? CUENTAN LAS GENTES –ASÍ, EN DULCE PLURAL- QUE LUSTROS ATRÁS, CUANDO ALGUIEN DEL PUEBLO IBA A MORIR, SE APERSONABA EL VIEJO BOTICARIO –QUIEN TAMBIÉN SE DESEMPEÑABA COMO EMPÍRICO FACULTATIVO- Y CAPTURABA EL ÚLTIMO SUSPIRO DEL AGONIZANTE EN UN POMO DE CRISTAL AMBARINO. EN ESA DEFINITIVA EXHALACIÓN IBA, COMO BIEN PUEDEN IMAGINAR, EL ALMA DEL MURIENTE. ASÍ EL VIEJO BOTICARIO, QUE EN SUS CONSULTAS MÉDICAS SIEMPRE DABA, A TODOS SUS PACIENTES, EL MISMO SABIO CONSEJO: “COMER BIEN Y DORMIR LARGO”; ASÍ PUES, DECÍA, EL VIEJO FUE REUNIENDO SU COLECCIÓN DE ALMAS. PERO VINO EL TEMBLOR GRANDE, EL SISMO QUE HIZO CAER LA CAMPANA MAYOR DEL TEMPLO Y QUE TAMBIÉN DERRIBÓ LA ALACENA EN QUE EL BOTICARIO GUARDABA LAS ALMAS. Y SUCEDIÓ QUE LOS QUEBRADIZOS POMOS AMBARINOS SE QUEBRARON, Y LAS ALMAS SE ESCAPARON, Y DESDE ESE DÍA MÁGICO O TRÁGICO, NO SÉ CÓMO NOMBRARLO, EL PUEBLO SE LLENÓ DE “PRESENCIAS”, DE TRASGOS, DE MURMULLOS, DE AGRIDULCES NOSTALGIAS, DE SILENCIOS Y SUEÑOS. TODOS FENÓMENOS QUE SE DAN, POR ASÍ PREFERIRLO LAS ALMAS EN PENA, EN HORAS CREPUSCULARES.
EN EL, LO DIGO DE UNA BUENA VEZ, BELLO E INTENSO POEMA DE JESÚS BARTOLO -“CALLE AGUSTÍN RAMÍREZ”-, EL POETA RECUPERA Y REVITALIZA EL ALMA DE LA ABUELA, EMBLEMA DE LA MELANCOLÍA DESESPERADA QUE CORRE POR EL RÍO DE ATOYAC Y, SIN EMBARGO, EN ESE RÍO ABREVA EL CORAZÓN DEL POETA. CORAZÓN PEREGRINO Y SOLEDOSO QUE CAMINA POR LAS VEREDAS Y CALLES PEPENANDO, EN UN LENGUAJE ÍNTIMO Y SABIO, CON UN HALO DE TRANSUBSTANCIACIÓN QUE CONVIERTE EL DOLOR Y LA AMARGURA EN MÍTICAS IMÁGENES, LAS LANGUIDECES E IRACUNDIAS DE ESTE POEMA-RÍO DE HISTORIA PERSONAL Y COLECTIVA. RÍO DE SILENCIOS Y VOCES EN QUE FLOTA EL RECUERDO DE LA ABUELA, GRAN MADRE CAPAZ DE PARIR LA MEMORIA DEL PUEBLO DE ATOYAC Y ENLAZARLA CON EL ÁNIMA DEL ÁNIMA: LA PALABRA POÉTICA HECHA DE NUBE Y SANGRE. Y HAY QUE DECIR QUE LAS NUBES DE ATOYAC DE ÁLVAREZ, GUERRERO, LUCEN COMO UN DOLOR LARGAMENTE SUFRIDO PORQUE EN ESTE PUEBLO NO CIERRAN AÚN LAS HERIDAS DE LA GUERRA SUCIA DE LA DÉCADA DE LOS AÑOS SETENTA DEL SIGLO PASADO; EN LAS CABAÑAS DE ESTE PUEBLO EL MAESTRO LUCIO, Y MUCHOS OTROS, APRENDIÓ A HACERSE GUERRILLERO.
“CALLE AGUSTÍN RAMÍREZ” ES UN CANTO MEMORIOSO, NOSTÁLGICO –LA POESÍA SE CIFRA EN LA NOSTALGIA, HAN DICHO ALGUNOS-, SENSORIAL, DE UNA SIGNIFICACIÓN EMOTIVA QUE NO PUEDE AGOTARSE CONCEPTUALMENTE. EN ESTE CANTO JESÚS BARTOLO SACA LA POESÍA A LA CALLE: QUE VEA EL SOL, QUE LE SOPLE EL VIENTO, QUE SE MOJE EN LAS VEREDAS. PERO NO SON CALLES CONFUNDIDAS EN EL TORBELLINO DE FERIAS, MERCADOS Y GENTES (ASÍ, OTRA VEZ EN PLURAL); SON CALLEJUELAS TRISTES, CON SILENCIOS DE PIEDRAS RESECAS Y PÁJAROS MUDOS, INSOLADOS; EN ELLAS SOPLAN VIENTOS QUE ARRASTRAN ÁNIMAS, ESCAPADAS DE LA MEMORIA COLECTIVA, PARA QUE LAS CALLES RESPIREN EN SU PROPIO DOLOR.
JESÚS BARTOLO ES UN POETA QUE SABE MUY BIEN, COMO EN SU MOMENTO EXPRESÓ MALLARMÉ, QUE LA POESÍA SE HACE CON PALABRAS Y NO CON IDEAS. JESÚS BARTOLO ES UN POETA QUE INCLUSIVE HA ESCRITO CON AFANES PURAMENTE ESTETICISTAS, EXPERIMENTALES. EN “CALLE AGUSTÍN RAMÍREZ” BARTOLO LOGRA QUE “SU IDEA”, SU SUBJETIVIDAD, SUS SENTIMIENTOS, CAPTADOS O EXPRESADOS EN ESE TEXTO,SUFRAN POÉTICA TRANSUBSTANCIACIÓN Y SE FUNDAN EN LA IMAGEN DEL PENSAR Y EN LA MÚSICA DE LA VOZ (POÉTICA). ASÍ EL POETA LOGRA, COMO SIEMPRE SUCEDE CON LA VERDADERA POESÍA, QUE ESTE SU POEMA SIGNIFIQUE AÚN MÁS DE LO QUE DICE. LOGRA QUE ESTE SU POEMA “GENERE LO INEFABLE”, TRASPASE LO QUE NOS CUENTA Y PROVOQUE EN NOS, SUS LECTORES, UNA IMPRESIÓN PÁNICA QUE NO DEPENDE DE LA ILACIÓN LÓGICA DEL TEXTO, SINO JUSTAMENTE DEL QUEBRANTAMIENTO DE LA EXPRESIÓN CONVENCIONAL, PORQUE AQUÍ BARTOLO AYUNTA LUZ Y OSCURIDAD, HARINA Y NUBE, PARA DARNOS EL NACIMIENTO DE ESE “VELERO DE VIAJANTES EN LO INMÓVIL” QUE ES EL POEMA LOGRADO.
Y SI NOS VAMOS A TOMAR UNA COPA DE VINO PARA CELEBRAR LA EDICIÓN DE ESTA “CALLE”, DE ESTE POEMA, LO QUE SERÍA JUSTO Y NECESARIO, RECORDEMOS PRIMERO ESTOS VERSOS DE OMAR KHAYYAM: “ANTES DE BEBER ECHEMOS UNA GOTAS DE VINO A LA TIERRA PARA HUMEDECER LOS LABIOS DE LOS QUE NOS PRECEDIERON”: NUESTROS PADRES, NUESTROS ABUELOS Y EL NIÑO QUE FUIMOS…

“Calle Agustín Ramírez” de Jesús Bartolo, Diablura ediciones Colecc. Santoinfierno 07, Toluca, 2013


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lunes, 4 de marzo de 2013



A quien leyere: No comparto la idea, inclusive expresada por poetas de reconocido prestigio, de que el soneto es una forma en que no se puede cifrar (o descifrar) la compleja realidad contemporánea. Estoy de acuerdo con lo que alguna vez le oí decir a mi maestro, Carlos Illescas: “La realidad puede cantarse con guitarra eléctrica o con laúd”. El soneto es el laúd. Les envío las siguientes catorce líneas de un poeta argentino:

Soneto del ser y del no ser

Esta calle, estas casas, esta gente,
esta niña que ríe, y esta rosa,
¿no las has visto ya, cosa por cosa,
en otro tiempo, antiguo y diferente?

¿De dónde viene este recuerdo ausente?
¿De dónde esta marea silenciosa?
¿En qué otra vida, pálida y hermosa,
viví este sueño y escuché esta fuente?

Todo es lo mismo: hoy, ayer, mañana;
el viento, el mar, la flor, la noche arcana;
todo cambia y persiste, tú te asombras.

¿No sabes ya que volverás un día
a ver la rosa, el cielo, el alba fría,
más allá de la muerte y de las sombras?
 
Fermín Estrella Gutiérrez
 

Y, como lo prometido es deuda, les envío también el soneto II de mis “Flores pánicas”:
 

 II

 ¿Habrá en tu desnudez nomenclaturas
del júbilo sagrado y celestial?
Edifica tus fábulas oscuras
y líricas con esta idea cordial.

El cuerpo laminado por la daga
que forjo uncido al sueño abrumador
como una extraña flor adamascada
en la sábana, rojo aparador.

En mis viajeros huesos hacia el polvo
-en breves calaveras atajadas-
lleve mi amor espinas y rescoldo.

Lleve sol a la cama más nocturna;
cama que arde de noche, amor: tajada
mi piel gemela por la daga diurna.
JFalconi


LAS CALLES DE JESÚS BARTOLO, POETA

POR JOSÉ FALCONI

 

EN MI CHIAPAS NATAL HAY UN PUEBLO SOSEGADO QUE AL CAER LA TARDE SE LLENA DE MURMULLOS: CHIAPA DE CORZO. TAL PARECIERA QUE EL SILENCIO VESPERTINO SE POBLARA DE BORROSAS MEMORIAS QUE CRUZAN FANTASMALES POR SUS CALLES Y HACEN SONAR AIRES ANTIGUOS Y TERMINAN POR GEMIRLE AL PARÉNTESIS DE PLATA: LA CRECIENTE (O MENGUANTE) LUNA. ¿QUÉ MILAGRO POÉTICO AHÍ SUCEDE? CUENTAN LAS GENTES –ASÍ, EN DULCE PLURAL- QUE LUSTROS ATRÁS, CUANDO ALGUIEN DEL PUEBLO IBA A MORIR, SE APERSONABA EL VIEJO BOTICARIO –QUIEN TAMBIÉN SE DESEMPEÑABA COMO EMPÍRICO FACULTATIVO- Y CAPTURABA EL ÚLTIMO SUSPIRO DEL AGONIZANTE EN UN POMO DE CRISTAL AMBARINO. EN ESA DEFINITIVA EXHALACIÓN IBA, COMO BIEN PUEDEN IMAGINAR, EL ALMA DEL MURIENTE. ASÍ EL VIEJO BOTICARIO, QUE EN SUS CONSULTAS MÉDICAS SIEMPRE DABA, A TODOS SUS PACIENTES, EL MISMO SABIO CONSEJO: “COMER BIEN Y DORMIR LARGO”;  ASÍ PUES, DECÍA, EL VIEJO FUE REUNIENDO SU COLECCIÓN DE ALMAS. PERO VINO EL TEMBLOR GRANDE, EL SISMO QUE HIZO CAER LA CAMPANA MAYOR DEL TEMPLO Y QUE TAMBIÉN DERRIBÓ LA ALACENA EN QUE EL BOTICARIO GUARDABA LAS ALMAS. Y SUCEDIÓ QUE LOS QUEBRADIZOS POMOS AMBARINOS SE QUEBRARON, Y LAS ALMAS SE ESCAPARON, Y DESDE ESE DÍA MÁGICO O TRÁGICO, NO SÉ CÓMO NOMBRARLO, EL PUEBLO SE LLENÓ DE “PRESENCIAS”, DE TRASGOS, DE MURMULLOS, DE AGRIDULCES NOSTALGIAS, DE SILENCIOS Y SUEÑOS. TODOS FENÓMENOS QUE SE DAN, POR ASÍ PREFERIRLO LAS ALMAS EN PENA, EN HORAS CREPUSCULARES.

            EN EL, LO DIGO DE UNA BUENA VEZ, BELLO E INTENSO POEMA DE JESÚS BARTOLO -“CALLE AGUSTÍN RAMÍREZ”-, EL POETA RECUPERA Y REVITALIZA EL ALMA DE LA ABUELA, EMBLEMA DE LA  MELANCOLÍA DESESPERADA QUE CORRE POR EL RÍO DE ATOYAC Y, SIN EMBARGO, EN ESE RÍO ABREVA EL CORAZÓN DEL POETA. CORAZÓN PEREGRINO Y SOLEDOSO QUE CAMINA POR LAS VEREDAS Y CALLES PEPENANDO, EN UN LENGUAJE ÍNTIMO Y SABIO, CON UN HALO DE TRANSUBSTANCIACIÓN QUE CONVIERTE EL DOLOR Y LA AMARGURA EN MÍTICAS IMÁGENES, LAS LANGUIDECES E IRACUNDIAS DE ESTE POEMA-RÍO DE HISTORIA PERSONAL Y COLECTIVA. RÍO DE SILENCIOS Y VOCES EN QUE FLOTA EL RECUERDO DE LA ABUELA, GRAN MADRE CAPAZ DE PARIR LA MEMORIA DEL PUEBLO DE ATOYAC Y ENLAZARLA CON EL ÁNIMA DEL ÁNIMA: LA PALABRA POÉTICA HECHA DE NUBE Y SANGRE. Y HAY QUE DECIR QUE LAS NUBES DE ATOYAC DE ÁLVAREZ, GUERRERO, LUCEN COMO UN DOLOR LARGAMENTE SUFRIDO PORQUE EN ESTE PUEBLO NO CIERRAN AÚN LAS HERIDAS DE LA GUERRA SUCIA DE LA DÉCADA DE LOS AÑOS SETENTA DEL SIGLO PASADO; EN LAS CABAÑAS DE ESTE PUEBLO EL MAESTRO LUCIO, Y MUCHOS OTROS, APRENDIÓ A HACERSE GUERRILLERO.

            “CALLE AGUSTÍN RAMÍREZ” ES UN CANTO MEMORIOSO, NOSTÁLGICO –LA POESÍA SE CIFRA EN LA NOSTALGIA, HAN DICHO ALGUNOS-, SENSORIAL, DE UNA SIGNIFICACIÓN EMOTIVA QUE NO PUEDE AGOTARSE CONCEPTUALMENTE. EN ESTE CANTO JESÚS BARTOLO SACA LA POESÍA A LA CALLE: QUE VEA EL SOL, QUE LE SOPLE EL VIENTO, QUE SE MOJE EN LAS VEREDAS. PERO NO SON CALLES CONFUNDIDAS EN EL TORBELLINO DE FERIAS, MERCADOS Y GENTES (ASÍ, OTRA VEZ EN PLURAL); SON CALLEJUELAS TRISTES, CON SILENCIOS DE PIEDRAS RESECAS Y PÁJAROS MUDOS, INSOLADOS; EN ELLAS SOPLAN VIENTOS QUE ARRASTRAN ÁNIMAS, ESCAPADAS DE LA MEMORIA COLECTIVA, PARA QUE LAS CALLES RESPIREN EN SU PROPIO DOLOR.

            JESÚS BARTOLO ES UN POETA QUE SABE MUY BIEN, COMO EN SU MOMENTO EXPRESÓ MALLARMÉ, QUE LA POESÍA SE HACE CON PALABRAS Y NO CON IDEAS. JESÚS BARTOLO ES UN POETA QUE INCLUSIVE HA ESCRITO CON AFANES PURAMENTE ESTETICISTAS, EXPERIMENTALES. EN “CALLE AGUSTÍN RAMÍREZ” BARTOLO LOGRA QUE “SU IDEA”, SU SUBJETIVIDAD, SUS SENTIMIENTOS, CAPTADOS O EXPRESADOS EN ESE TEXTO, SUFRAN POÉTICA TRANSUBSTANCIACIÓN Y SE FUNDAN EN LA IMAGEN DEL PENSAR Y EN LA MÚSICA DE LA VOZ (POÉTICA). ASÍ EL POETA LOGRA, COMO SIEMPRE SUCEDE CON LA VERDADERA POESÍA, QUE ESTE SU POEMA SIGNIFIQUE AÚN MÁS DE LO QUE DICE.  LOGRA QUE ESTE SU POEMA “GENERE LO INEFABLE”, TRASPASE LO QUE NOS CUENTA Y PROVOQUE EN NOS, SUS LECTORES, UNA IMPRESIÓN PÁNICA QUE NO DEPENDE DE LA ILACIÓN LÓGICA DEL TEXTO, SINO JUSTAMENTE DEL QUEBRANTAMIENTO DE LA EXPRESIÓN CONVENCIONAL, PORQUE AQUÍ BARTOLO AYUNTA LUZ Y OSCURIDAD, HARINA Y NUBE, PARA DARNOS EL NACIMIENTO DE ESE “VELERO DE VIAJANTES EN LO INMÓVIL” QUE ES EL POEMA LOGRADO.

            Y SI NOS VAMOS A TOMAR UNA COPA DE VINO PARA CELEBRAR LA EDICIÓN DE ESTA “CALLE”, DE ESTE POEMA, LO QUE SERÍA JUSTO Y NECESARIO, RECORDEMOS PRIMERO ESTOS VERSOS DE OMAR KHAYYAM: “ANTES DE BEBER ECHEMOS UNA GOTAS DE VINO A LA TIERRA PARA HUMEDECER LOS LABIOS DE LOS QUE NOS PRECEDIERON”: NUESTROS PADRES, NUESTROS ABUELOS Y EL NIÑO QUE FUIMOS…

 

“Calle Agustín Ramírez”
de Jesús Bartolo
Diablura ediciones
Colecc. Santoinfierno 07
Toluca, 2013