lunes, 4 de marzo de 2013



A quien leyere: No comparto la idea, inclusive expresada por poetas de reconocido prestigio, de que el soneto es una forma en que no se puede cifrar (o descifrar) la compleja realidad contemporánea. Estoy de acuerdo con lo que alguna vez le oí decir a mi maestro, Carlos Illescas: “La realidad puede cantarse con guitarra eléctrica o con laúd”. El soneto es el laúd. Les envío las siguientes catorce líneas de un poeta argentino:

Soneto del ser y del no ser

Esta calle, estas casas, esta gente,
esta niña que ríe, y esta rosa,
¿no las has visto ya, cosa por cosa,
en otro tiempo, antiguo y diferente?

¿De dónde viene este recuerdo ausente?
¿De dónde esta marea silenciosa?
¿En qué otra vida, pálida y hermosa,
viví este sueño y escuché esta fuente?

Todo es lo mismo: hoy, ayer, mañana;
el viento, el mar, la flor, la noche arcana;
todo cambia y persiste, tú te asombras.

¿No sabes ya que volverás un día
a ver la rosa, el cielo, el alba fría,
más allá de la muerte y de las sombras?
 
Fermín Estrella Gutiérrez
 

Y, como lo prometido es deuda, les envío también el soneto II de mis “Flores pánicas”:
 

 II

 ¿Habrá en tu desnudez nomenclaturas
del júbilo sagrado y celestial?
Edifica tus fábulas oscuras
y líricas con esta idea cordial.

El cuerpo laminado por la daga
que forjo uncido al sueño abrumador
como una extraña flor adamascada
en la sábana, rojo aparador.

En mis viajeros huesos hacia el polvo
-en breves calaveras atajadas-
lleve mi amor espinas y rescoldo.

Lleve sol a la cama más nocturna;
cama que arde de noche, amor: tajada
mi piel gemela por la daga diurna.
JFalconi

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