Para saludarlos en esta semana santa, semana mayor o días de guardar, como decían nuestros padres, les envío dos sonetos de dos sacerdotes. El primero de Alfredo R. Placencia (1875-1930), un excelente poeta. “Ciego Dios” es un estupendo soneto y su primer cuarteto resulta innovador, provocador y perturbante. El segundo soneto es de un mi amigo que tuve cuando niño: el sacerdote salesiano Rafael Sánchez Vargas; un cura de los buenos, que también los hay, y son legión…
Ciego Dios
Así te ves mejor, crucificado.
Bien quisieras herir, pero no puedes.
Quien acertó a ponerte en ese estado
no hizo cosa mejor. Que así te quedes.
Dices que quien tal hizo estaba ciego.
No lo digas; eso es un desatino.
¿Cómo es que dio con el camino luego,
si los ciegos no dan con el camino?...
Convén mejor en que ni ciego era,
ni fue la causa de tu afrenta suya.
¡Qué maldad, ni qué error, ni qué ceguera!
Tu amor lo quiso y la ceguera es tuya.
¡Cuánto tiempo hace ya, Ciego adorado,
que me llamas, y corro y nunca llego!
Si es tan sólo el amor quien te ha cegado,
ciégueme a mí también, quiero estar ciego.
(ARP)
Petición
Llagas de Cristo en mí quedad grabadas.
Espinas de Jesús dejadme herido.
Herida del Costado sé mi nido.
Dadme ojos ya sin luz vuestras miradas.
Dame Boca sin voz voces calladas.
Lanza del Centurión tu Sangre pido.
Dame Pecho de Cristo tu gemido.
Dadme agua y sangre Venas agotadas.
Clavos dadme a beber vuestra bebida.
Dulce Cruz pueda siempre poseerte.
Alma de Cristo muerto dame vida.
Mi salvación, Jesús, está en tu muerte.
Pasión de Cristo deja que te pida
en mi cuerpo y en mi alma siempre verte.
(RSV)
Ciego Dios
Así te ves mejor, crucificado.
Bien quisieras herir, pero no puedes.
Quien acertó a ponerte en ese estado
no hizo cosa mejor. Que así te quedes.
Dices que quien tal hizo estaba ciego.
No lo digas; eso es un desatino.
¿Cómo es que dio con el camino luego,
si los ciegos no dan con el camino?...
Convén mejor en que ni ciego era,
ni fue la causa de tu afrenta suya.
¡Qué maldad, ni qué error, ni qué ceguera!
Tu amor lo quiso y la ceguera es tuya.
¡Cuánto tiempo hace ya, Ciego adorado,
que me llamas, y corro y nunca llego!
Si es tan sólo el amor quien te ha cegado,
ciégueme a mí también, quiero estar ciego.
(ARP)
Petición
Llagas de Cristo en mí quedad grabadas.
Espinas de Jesús dejadme herido.
Herida del Costado sé mi nido.
Dadme ojos ya sin luz vuestras miradas.
Dame Boca sin voz voces calladas.
Lanza del Centurión tu Sangre pido.
Dame Pecho de Cristo tu gemido.
Dadme agua y sangre Venas agotadas.
Clavos dadme a beber vuestra bebida.
Dulce Cruz pueda siempre poseerte.
Alma de Cristo muerto dame vida.
Mi salvación, Jesús, está en tu muerte.
Pasión de Cristo deja que te pida
en mi cuerpo y en mi alma siempre verte.
(RSV)
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