A partir de las siete de la
noche
florecen tus cabellos.
Vengo de espantar las ranas
del tejado
y te hallo hirviendo en tu
silencio,
soñando en que de súbito
caes
en mi sangre.
Un poco de jardín brota de tus
cabellos.
Hay un mínimo cielo en la
ventana
y en la cama revuelta
abrasamos
la noche
que otros han desdeñado.
Aquellos que comen piedra
y escupen lava todas las
mañanas.
A humo me suenan los
cascabeles
de tus pies desnudos.
Es lástima tener que morir
Es lástima tener que morir
cuando ya tanto me arrimo a la
demencia.
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