miércoles, 15 de mayo de 2013

Paréntesis

 

El Libro de Natanael de Lizbeth Padilla 
(Libro de amor-pasión) 
 
    
José Falconi
 
Lizbet Padilla


El amor-pasión es un fenómeno de la psique humana, un tipo de enamoramiento multidimensional que crea en el apasionado sensaciones subjetivas sujetas a un proceso más o menos definido. El libro de Natanael, de la notable poeta Lizbeth Padilla es una incursión, a través de sus tres capítulos, por la evolución del proceso emocional del amor-pasión y sus respectivas variaciones, graduadas por la personalidad del amante apasionado.
El poemario nos introduce en un ambiente de elementos míticos, personajes literarios e históricos y representaciones del mundo pictórico, todos relacionados con el hecho amoroso. La autora hace uso del mito para sentir que su amor es capaz de trascender cualquier historia y así generar un nuevo orden: un orden propio del entregado al amor-pasión, donde su amor alcanza magnitudes mayores a las leyendas de siempre con las que se suele caracterizar al enamoramiento. Debido a que el fenómeno del amor-pasión engloba en sí todos los tipos de emoción, el apasionado se cree (y se recrea) en un cosmos determinado, aparte del “real”, infinito e íntegro dentro de la fenomenología humana y, por lo mismo, intenso.
Dentro de una primera estadía (en este proceso amoroso) la poeta evalúa distintas situaciones subjetivas y sus posibles consecuencias:
Si yo pudiera atarle sus patas al caballo que tira por Calle B
besar negras que salen de la panadería rumiando un sinsabor de sal gastada
a lo mejor tendría en mi anzuelo el pez que esconde en su vientre
no un soldado sin pierna
sino los sueños del hombre que enloqueció con Tina Modotti
y perdió la ballesta y tragó la manzana…
Surgen momentos en los que para escapar del desgaste emocional se desea la existencia no como un objeto mineral o algún elemento de la naturaleza, sino como una idea abstracta mostrada en una pintura donde la realidad es transferida al mito del amante.
Y si cruzar umbrales nos prometen
riesgos y crímenes en la punta de un lápiz
me hallo dispuesta a darte el corazón como blanco
por ti podría morir a manos de pinceles
que hoy pertenecen a mujeres de tela con pezuñas de cabra…
A partir de los elementos contenidos en una obra pictórica (los cuales armonizan en un mundo cerrado: el lienzo), en el poemario se ofrece un espacio sujeto al control –a manos de la imaginación- del amante y no del lector; de esta manera la autora descubre un lenguaje con el cual expresar sus sentimientos amorosos, tan característicos del amor-pasión.
Un ejemplo de lo anterior se puede constatar en el significado que se le otorga al ser amado durante todo el libro.
Yo por mi parte
acercaré la piel que volviste dorada
hasta la puerta del amanecer
y gritaré en peceras como bolsas de plástico
que no quieren dejarte
que estoy dispuesta a cuidar las cadenas que me atan a ti
muy en silencio
como una moneda sumergida en la fuente de todos los deseos
porque preciso es volverse mudo
ante quien nos muestra las Tablas de su Ley…
Así pues, para el amante apasionado, el objeto de su amor está intrínsecamente dotado de un poder dominante sobre él. Estamos hablando de una dominación natural, creadora o destructora y dadora de vida; en correlación, el amante-dominado en realidad está adquiriendo el control, un control más profundo que el que pueda ejercer el dominador pues al ofrecerse al otro de manera tan sumisa se convierte en el receptáculo de la energía del amante, de esta manera se sintetiza una relación dios-criatura única e intransferible, relación sujeta a los deseos de unión del amante apasionado.
En la siguiente etapa del amor-pasión, que corresponde en menor grado al capítulo del libro intitulado Atravesar umbrales en un barco de óleos pero sobre todo a la parte intitulada La balsa de Medusa salva la tempestad, se entra a un espacio mágico guiado por la añoranza que convive cerca de la desesperación:
Si pudiera soltar al aire las cartas como aviones sin sueño
papalotes de ruido o palomas marchitas
escribiría Natanael en mi mano en los arabescos de mi cabello
después del Norte que azote la tristeza contra esa pared que me tiene enterrada…
Es entonces que se entra al lado oscuro del amor-pasión: la obsesión. La poeta usa una retórica compuesta por símiles y analogías entre diferentes técnicas de pintura y grabado y su realidad subjetiva de amante apasionado para transformar su contexto en un cosmos donde los significados parten y terminan en el ser que funge como objeto de su amor, quien a estas alturas comienza a dibujar el rostro de la obsesión. En esta etapa del amor-pasión las emociones son diversas y constantes por lo que el apasionado se siente completamente absorbido por sus sensaciones:
Empuja puertas
La palabra se abre toloache de misterio
le miro las semillas:
cada una te nombra y te sujeta a un ovillo de nubes gravitando
a la entrada de nuestro laberinto…
Diríase que en el punto de mayor intensidad del amor-pasión, el apasionado entra en un estado de irrealidad donde no sólo los significados que emanan de su objeto amoroso sino que el mismo sujeto apasionado forma parte –subordinada y dependiente- de él. Así, la autora se convierte en el mito de sí misma:
La irrupción del agua en una pesadilla
hirió de insomnio y de niños ahogados mi perfil de sonámbula.
Blanca paso los dedos por el tablero de una computadora convertida
en lobezna…
Lo subjetivo del ambiente se acrecienta:
Una gota de música sobre espejos moriscos
sueño cuadriculado
la cabellera negra dejándose abrasar
tu boca dibujando un misterio
como un hobbit fisgando la neblina…
Y el deseo de unión se convierte en ansiedad, de ahí que el “laberinto” funcione como símbolo en las postrimerías del proceso por el que el apasionado desea la unión íntegra y eterna a la vez. Y él mismo evalúa su situación como amenazante, al tomar conciencia de la imposibilidad de su deseo:
Dédalo que reedifica mis cielos hechos trizas…
quiero que todo nos ate…
Ya en la parte última del amor-pasión, luego del desgaste físico, mental y emocional del apasionado y tal vez también del amado (pues esta situación generalmente aleja al objeto del amor), deviene el dolor y la añoranza revestidos con tenues velos de desesperación.
No me dejes en las mandíbulas del adiós
ni me crucifiques sobre los tenedores de una Última Cena
no acerques a mis labios estrellas de hielo
ni untes mi espalda con lodo de duendes.
Deja las máscaras al rocío de la carretera
desabotónate el corazón de niño
y ofréceme luciérnagas salvadas del jaguar…
La poeta Lizbeth Padilla posee un conocimiento muy decantado de las emociones humanas, lo que le permite evaluar las situaciones con gran discernimiento y por lo tanto reproducir una gran variedad de emociones distintas que en el libro aparecen enfocadas a un mismo fenómeno, muy particular y potente que, lejos de lo que pudiera creerse, no es tan común entre los enamorados.

El Libro de Natanael ,Lizbeth Padilla, Centro Toluqueño de Escritores e Instituto Mexiquense de Cultura, 2008. 78 pp
Paréntesis


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