LA NOCHE Y LA CALLE
DE REFUGIO PEREIDA
Por José Falconi
En De noche, una calle Refugio Pereida
funda una urbe poética habitada por los símbolos del deseo, el amor, la soledad
y la muerte. Estos símbolos deambulan encarnados en personas, animales,
elementos de la naturaleza e insectos que se confrontan, se confunden, se
reúnen y se separan construyendo destinos personales y paradójicamente
colectivo que es señal, cifra, santo y seña de una triste realidad: la vida en
sus múltiples expresiones es a fin de cuentas una mascarada febril,
carnavalesca, tal vez tan sólo fantasma o espejismo de lo que tendría que ser una
vida a la altura de la imaginación humana y de los recónditos misterios de la
realidad, tal como querían los poetas surrealistas.
Entrampados en el reino de la necesidad los seres humanos nos hemos apartado de
nuestra naturaleza adánica —donde mora nuestra capacidad de poetizar— y hemos
negado el mandato más alto que la Naturaleza (con N mayúscula) nos ha confiado:
cuidar la maravilla y la diversidad del mundo para evolucionar junto con él.
Enajenados por las supersticiones que el mundo del poder, el éxito, el dinero,
nos ofrece, hemos dejado de comprender de qué tamaño es el desastre que nos
hemos construido y heredado. La poeta Refugio Pereida parece decirnos que el
desastre de la realidad que nos circunda sólo puede darnos tregua cuando ejercemos
nuestra soberanía corporal; el derecho —que debiera ser irrestricto e
irrenunciable— al ejercicio de nuestra sensualidad y sexualidad bajo el pulcro bostezo de la noche.
La poeta Refugio Pereida en De noche, una calle funda una ciudad
poblada de sonidos y silencios. Es decir, de un ritmo poético que recuerda
canciones de incunables sonidos, de danzas al medio día o de una lengua
vagabunda o rumor de sorgo que cae y lo hace con las palabras que se ocultan
detrás de las palabras cotidianas. Detrás de los frágiles nombres de las cosas,
los hechos, las emociones del mundo, si bien observamos, si indagamos como
detectives adánicos que quieren ver más allá de la apariencia de la realidad,
encontraremos las lianas rotas de tu mano en mi mano; es decir, la potencia
poética que unifica la realidad objetiva y subjetiva: las otras palabras, las
que son capaces de erotizar el retrato de
un suicida trepado en su silencio.
De
noche, una calle es un intenso libro escrito con maestría
en sus decires, en que el tema, contrario sensu a lo que sucede en buena
parte de la poesía que en estos tristes tiempos se escribe, si cuenta, y en
mucho: el tópico nodal de este libro es el de la resistencia y reafirmación de
la condición humana y sus númenes creativos. Resistencia y reafirmación ante
una realidad que pervierte la condición primigenia del ser y enajena su capacidad de hacer el mundo más amplio y luminoso.
Un mundo desquiciado por las acechanzas, desvaríos y perversidades de los
poderes políticos, económicos, religiosos y aún culturales que quiebran el
amor, desarman el deseo y promueven no la hermandad sino la complicidad.
Hace apenas unas cuantas noches, en
una calle de la colonia San Rafael vi un grupo de enanos que habían sacado a
pasear a sus sexos bajo la lluvia y en la esquina de esa misma calle me
encontré al Che Guevara y a Manuel Acuña, sentados en la banqueta, tomándose
una cervezas y leyendo los poemas de Refugio Pereida, poeta que tanto admiro…
De noche, una
calle
Editorial Praxis,
2002
70pp
(Si desea
adquirir este libro,favor de escribir a: rediper@yahoo.com)
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